“Espiritualidad a la Carta y el Algoritmo Divino”
¿Saben qué? Hoy en día elegir una religión es como ir a un restaurante. Literal, tenemos “espiritualidad a la carta”. ¿Qué quieres ser? ¿Budista? Bienvenido. ¿Un poco de meditación Zen con café orgánico? Perfecto. ¿Te va más el rollo de la astrología? ¡Boom! Ahí tienes tu carta astral en TikTok. Y claro, siempre está la opción clásica: la Iglesia Católica. Aunque, a veces, parece que ha perdido puntos en la encuesta de popularidad.
Antes, si nacías en una familia católica, listo, ya eras parte del equipo, sin preguntas. Pero ahora, con tanta información al alcance de un clic, muchos jóvenes se preguntan: *¿Y si hay algo más que la misa del domingo?* Y es normal, ¿no? Con tanto contenido en las redes sociales, terminas encontrando ideas que te hacen cuestionar todo. Porque, oye, un minuto ves memes sobre los signos zodiacales, y al siguiente, un influencer explicando sobre el Karma y las energías. Todo mientras comes pizza.
El problema es que vivimos en una época donde todo es rápido. Swipe a la derecha, swipe a la izquierda, "me gusta", "me enoja". Pero cuando hablamos de espiritualidad, los valores, esas cosas profundas, no vienen con un botón de *Fast Forward*. Requieren tiempo y, sobre todo, coherencia, y ahí es donde los medios de comunicación nos ponen las cosas difíciles.
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Miren, les cuento algo que le pasó a un amigo. Bueno, amigo... más o menos. Pongamos que se llama... Mateo. Mateo siempre fue de los que iba a la iglesia con su familia los domingos. Todo normal. Pero un día empezó a meterse en Instagram y YouTube con canales sobre el *New Age*. Cosas del tipo "Cómo abrir tu tercer ojo en 5 pasos". Todo chévere hasta que un domingo le dice a su mamá:
– "Oye, ma, ¿y si mejor hoy en vez de ir a misa, hago una meditación para alinear mis chakras?"
Imagínense la cara de su mamá. O sea, no sabía si reírse o rezar un rosario ahí mismo. Mateo pensaba que estaba "expandiendo su mente", pero al final se dio cuenta de que estaba más confundido que antes. Todo porque le había llegado de golpe tanta información por las redes que ya no sabía qué creer ni por qué lo hacía. ¿Se pueden imaginar? Un día budista, al siguiente cristales en su mochila, y al final no sabía ni cómo sentirse espiritual en su propia vida.
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¿Les ha pasado algo así? Uno empieza buscando respuestas y termina más perdido. Y lo más peligroso de los medios de comunicación es que todo lo que consumimos afecta nuestra integridad espiritual y nuestros valores. ¿Por qué? Porque Instagram, TikTok, Netflix, no se preocupan por tu bienestar espiritual. Ellos solo quieren que sigas viendo, dando like y compartiendo. A veces nos convencen de que lo más importante es ser "popular", "perfecto" o “viral”. Pero nadie te dice cómo ser *auténtico*. ¿Y cómo lo logras? Ahí está la cosa: con los valores que tú elijas, no los que te vende la pantalla.
Y ojo, no estoy diciendo que las redes sean malas. ¡Para nada! Si las usas bien, puedes encontrar cosas geniales. Pero también es fácil perderse en ellas, dejar de ser tú mismo. Por eso, a veces hace falta desconectar un rato, preguntarse quién eres realmente sin filtros, sin historias, sin likes. Y ahí es donde cualquier espiritualidad –sea la que sea– tiene que ver con integridad. No importa si eres católico, budista o haces yoga con gatos. Lo importante es que lo que creas te haga ser mejor, más coherente, más *tú*.
Así que, ¿saben qué? La espiritualidad no es un *trending topic*. No es una moda ni un algoritmo. Es una cosa personal, un camino que se recorre sin prisa. Porque en un mundo donde todos quieren que seas algo, lo más revolucionario es ser tú mismo.
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Y ahora, si me disculpan, voy a rezar porque mi mamá no se entere que no fui a la misa hoy... ¡Amén y que Dios los bendiga!
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